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Los científicos no se rinden

Publicado el 26 noviembre, 2020

Ahora que las noticias sobre el desarrollo de la vacuna contra el Coronavirus tiene todo el interés de la opinión pública, es cuando más se nota que antes la ciencia estaba en un segundo plano, lo cual es muy negativo de cara a que pueda lograr los apoyos suficientes para su desarrollo. Sobre esta situación estamos aprendiendo mucho a través de las entrevistas y los Think Tanks que estamos realizando en el marco de la iniciativa Knode, con el que se busca crear un ecosistema que facilite el desarrollo conjunto de proyectos entre los científicos y las empresas.

Para los que hacemos Futurizable la colaboración en este proyecto está resultando muy interesante ya que nos está permitiendo conocer mucho mejor la problemática que viven los científicos a la hora de convertir las tecnologías que desarrollan en productos innovadores que lleguen al mercado. De alguna forma podríamos comparar estos científicos con muchos emprendedores y muchos inventores con ideas que no son capaces de convertir en realidad por falta de financiación, pero con el agravante de que en el caso de los científicos muchas de sus investigaciones están basadas en problemas reales que tienen las personas, por ejemplo a nivel de salud y el hecho de que no puedan desarrollarse implica que mucha gente seguirá sufriendo enfermedades que podrían curarse si estos científicos contasen con los apoyos suficientes.

Uno de los problemas que hemos observado cuando hemos hablado con los científicos es que existe una separación muy importante entre el trabajo que realizan a nivel académico en la Universidad o técnico en los Hospitales, respecto al futuro desarrollo de la ciencia en la que trabajan. De esta forma se piensa que al estar recibiendo una remuneración por su trabajo como profesores o como médicos, esto lleva implícito que se dediquen también a la investigación, lo cual está bien en sí mismo, ya que es una buena forma de financiar el desarrollo de la ciencia básica, pero tiene el problema de que el sistema no está preparado para dar continuidad a esa ciencia para convertirla en productos que puedan llegar a la sociedad.

Es cierto que siempre hay excepciones y muchos científicos se dedican exclusivamente al desarrollo de la ciencia porque trabajan en centros de investigación que sí que tienen creado todo el mecanismo necesario para llevar sus investigaciones al mercado. También por otro lado algunos científicos pueden trabajar directamente en empresas que tienen departamentos de I+D+i, lo cual sin duda sería lo ideal para potenciar mucho más la innovación científica y tecnológica. Pero un número importante de científicos sigue atrapados en esa especie de limbo en el que para que su investigación se pueda convertir en productos reales que ayuden a la gente tienen que realizar un esfuerzo extra que no será recompensado adecuadamente.

También es cierto que estos científicos cuentan con algunas ayudas para llevar al mercado sus productos, como es el caso de las Oficinas de Transferencia de los Resultados de Investigación (OTRI) de las Universidades, en las cuales trabajan profesionales especializados en ayudar a conectar a los científicos con las empresas y que desarrollan actividades para que existan puntos de encuentro entre el ámbito científico y el empresarial.

Por otro lado existen subvenciones específicas del Gobierno para fomentar la colaboración entre los científicos y las empresas, como es el caso del Doctorado Industrial en forma de unas ayudas de una duración máxima de cuatro años que tienen como objetivo la formación de doctores en empresas mediante la cofinanciación de los contratos laborales del personal investigador en formación que participen en un proyecto de investigación industrial o de desarrollo experimental que se desarrolle en la empresa, en el que se enmarcará su tesis doctoral, a fin de favorecer la inserción laboral de investigadores en las empresas desde los inicios de sus carreras profesionales, contribuir a la empleabilidad de estos investigadores y promover la incorporación de talento en el tejido productivo para elevar la competitividad del mismo.

Pero en todo caso lo que los científicos nos transmiten es que el modelo actual de la financiación de la ciencia en España carece de los incentivos necesarios para que valga la pena hacer el esfuerzo de convertir la investigación básica en productos reales, ya que el proceso es excesivamente largo, tedioso y con apenas ayudas más allá de lo que acabamos de mencionar. Porque podemos pensar que la mejor opción sería el desarrollo de una patente que luego vender a una gran empresa o la creación de una Spin-Off por parte del científico para llevar la investigación al mercado, pero esto tiene muchos problemas, como que la mayoría de científicos no se sienten emprendedores ni cuentan con los conocimientos necesarios para hacerlo y la falta de fondos de inversión especializados en ciencia que puedan acompañar a los científicos emprendedores en ese proceso.

De esta forma desde Futurizable pensamos que toda ayuda que se pueda prestar para fomentar que cada vez más científicos puedan convertir su ciencia en productos, será bienvenida, por nuestra parte podemos aportar a nivel de divulgación y colaborando con iniciativas como Knode, pero también pensamos que es necesario que cada vez más gente se plantee trabajar a este respecto, por ejemplo los emprendedores que andan en busca de ideas que emprender podrían asociarse con científicos para ayudarles con todo lo relativo a desarrollo de negocio y la financiación, o los fondos de inversión que ahora están muy centrados en el ámbito digital y que pueden encontrar en la ciencia un buen espacio para diversificar.

Y mientras va llegando toda esta ayuda al ámbito de la ciencia, nosotros seguiremos compartiendo por aquí el conocimiento que vamos adquiriendo y la información que puede resultar valiosa para dar a conocer el trabajo que realizan los científicos, para ver si de esta forma pueden lograr más apoyos para su trabajo.

territorio biosalud knode

Así compartimos hoy aquí el trabajo de tres científicos de la Universidad Autónoma de Madrid que trabajan en el ámbito de la Biosalud y que vale la pena conocer:

  • La Dra. Marta Ruiz Ortega, Profesora Titular de Medicina de la Facultad de Medicina de la UAM dirige el grupo UAM-INMUREN (Mecanismos celulares en enfermedades renales e hipertensión) del laboratorio de Patología Renal y Vascular del Hospital Fundación Jiménez Díaz, nos presenta su kit de diagnóstico que permite la detección de la enfermedad renal y predice la respuesta al tratamiento de la vitamina D en enfermos renales.
  • El Profesor Dr. Manuel Fresno Escudero, investigador Principal del Grupo Desarrollo y función del sistema inmunitario del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid, nos presenta un método de diagnóstico basado en la detección de una proteína a través del mRNA del paciente.
  • El Profesor Dr. Tomás Torres Cebada, catedrático de Química Orgánica de la UAM, director del Instituto de Investigación Avanzada en Ciencias Químicas (IAdChem) de la UAM nos presenta un nuevo fármaco que ataca a células cancerosas cuando es excitado por luz. Este fármaco, unido a un transportador eficiente hasta las células cancerosas, es un ejemplo de medicina personalizada.

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Prevención, diagnóstico y tratamiento

Publicado el 05 noviembre, 2020

Hoy la humanidad vive pendiente de los científicos que trabajan en el desarrollo de una vacuna contra el Coronavirus SARS-CoV-2 y sufren las consecuencias de no haber contado con los adecuados sistemas de prevención y diagnóstico, sobre cuya necesidad llevan tantos años alertando los mismos científicos. La ciencia básica resulta fundamental en las tres fases de este proceso: la prevención, para entender realmente las causas que producen las enfermedades y tratar de evitarlas; el diagnóstico, para que una vez que se produzca la enfermedad podamos detectarla lo antes posible y poder intervenir con mayores garantías; el tratamiento, donde quizás ya sea demasiado tarde para intervenir en muchos casos y donde sin duda el coste que hay que asumir es muchísimo mayor que si se hubiese actuado adecuadamente en las fases anteriores. Prevenir mejor que curar, parece seguir siendo una utopía incluso ahora que todos nos vemos obligados a prevenir (mascarillas, distanciamiento social, confinamiento, …) porque las prioridades siguen estando, al menos en lo que a inversión se refiere, en el tratamiento y no en la prevención y diagnóstico.

Esta es una de las principales conclusiones a las que hemos llegado con las primeras entrevistas que hemos realizado a científicos que forman parte del ecosistema Knode promovido por la Universidad Autónoma de Madrid. Sienten una gran necesidad de ayuda en sus investigaciones que se enmarcan en las fases de prevención y diagnóstico, porque como conocen perfectamente el ciclo en el que se desarrolla la salud, tienen claro que no se puede llegar al tratamiento sin haber pasado antes por las fases anteriores.

Ahora bien, ¿cómo podemos conseguir que la sociedad, las instituciones públicas y las empresas dediquen los recursos necesarios para que los científicos puedan seguir desarrollando esa ciencia básica tan necesaria para encontrar las soluciones a los problemas actuales y futuros en lo que a enfermedades se refiere?

Durante mucho tiempo hemos esperado que la sociedad valorase adecuadamente los aspectos relacionados con la salud y se preocupase mucho más por entender el valor que la ciencia que la sustenta nos puede aportar a las personas para mejorar a este respecto. Pero aunque no se trata de buscar aspectos positivos a esta pandemia, es cierto que el protagonismo que ha tomado todo lo relativo a la medicina, diagnóstico, vacunas, prevención, … permitirá generar una mejor conciencia al respecto de cómo mejorarlo y potenciarlo.

Esa conciencia y preocupación actual de la sociedad por los aspectos relacionados con la salud hace que podamos estar más receptivos a la hora de informarnos y apoyar iniciativas que ayuden a mejorar esta situación de los científicos que trabajan para encontrar soluciones a estos problemas. Y es precisamente informar y apoyar iniciativas lo que podemos hacer desde aquí, destacando el papel de los científicos que trabajan en el ámbito de la biosalud para mejorar la situación al respecto de muchas enfermedades, no solo el Covid, sino otras muchas “pandemias” modernas como son la obesidad, el cáncer, la diabetes, el tabaquismo, …

Por lo tanto, esto es lo que queremos hacer a través de este artículo, visibilizar algunos de los avances que se realizan desde las ciencias de la vida, la biosalud y la biotecnología, para que de esta forma todos tengamos un mayor conocimiento y podamos apoyarlo, cada uno dentro de nuestras posibilidades.

Pensemos entonces en el estado del desarrollo de la ciencia al respecto de estas tres etapas tan necesarias como complementarias: prevención, diagnóstico y tratamiento.

  1. Prevención: para poder prevenirnos o protegernos frente a una posible enfermedad o ataque, primero tenemos que tener un conocimiento sobre la materia en cuestión y aquí es donde nos encontramos con el primer gran escollo. Aunque en el ámbito de la salud la humanidad lleva siglos investigando, el conocimiento aún es muy pequeño en relación con todo lo que nos falta por descubrir. Pensemos, por ejemplo, en lo que sabemos sobre epigenética, porque de genética sabemos mucho, pero de cómo se manifiestan esos genes en cada individuo sabemos aún muy poco, hasta el punto que durante mucho tiempo se ha considerado como “basura” una parte del ADN, simplemente porque no sabíamos cuál era su función, pero ahora ya sabemos que cumple la función de hacer que se exprese la parte del ADN codificante que hemos dado siempre como la más importante. Del mismo modo ocurre con lo que sabemos sobre el funcionamiento del cerebro, del que seguimos sabiendo aún muy poco en comparación con todo lo que nos queda por descubrir, aunque al menos ya sabemos que eso de que solo usamos el 10% del cerebro es falso, por lo que avances sí que se están produciendo hasta que logremos entender perfectamente su funcionamiento. De esta forma, cuando entendamos mejor cómo funciona nuestro ADN y nuestro cerebro, estaremos más preparados a nivel de prevención para evitar que se produzcan muchas de las enfermedades que ahora nos atormentan. Y aquí es donde la ciencia básica juega un papel determinante.
  2. Diagnóstico: al igual que ocurre en la fase de prevención, para poder saber qué enfermedad nos está afectando, necesitamos tener un conocimiento sobre los factores que intervienen en ella, tanto por cómo se manifiesta, como por los efectos que tiene sobre nosotros. Lo que ocurre en este caso es que en muchas ocasiones los efectos de la enfermedad son claros y por lo tanto lo que buscamos es la forma de identificar qué nos está ocurriendo, por lo que la urgencia de actuar sobre ello es mayor que en la fase de diagnóstico, aunque se le sigue sin dar la relevancia que tiene la fase de tratamiento. En este contexto es donde hemos conocido por parte de los científicos con los que hemos estado aprendiendo sobre el tema, que la inversión y recursos disponibles para el desarrollo de sistemas de diagnóstico es aún insuficiente, no tanto como en lo que a ciencia básica se refiere, porque hay más claridad al respecto de cómo convertir una investigación en un producto que llegue al mercado, pero sin duda se puede hacer aquí muchísimo por mejorar la situación. Específicamente lo que queremos destacar en este punto es que la industria de la salud pone mucho más su foco en la fase del tratamiento, en lo que a interés por las investigaciones se refiere y la inversión en el desarrollo de nuevos productos, pero deja un poco de lado la parte de diagnóstico, por lo que se genera el problema de que en muchos casos puede ser demasiado tarde para actuar sobre la enfermedad, por no haber podido realizar un diagnóstico en el momento adecuado, lo cual redunda en un claro perjuicio para las personas que sufren la enfermedad.
  3. Tratamiento: aquí es donde vemos que sí que hay un gran interés por parte de la industria de la salud y resto de instituciones, como estamos comprobando en el caso de la Covid-19, donde las grandes inversiones están yendo a parar al desarrollo de las vacunas, en un claro ejemplo de lo que siempre ocurre: lo urgente no deja hacer lo importante, o el corto plazo no deja que dediquemos tiempo y esfuerzos al largo plazo. Lo que tendríamos que hacer en este punto es aprovechar para derivar una parte de los esfuerzos a las fases anteriores y de esta forma equilibrar la balanza, lo cual redundará en un beneficio enorme para todos: los científicos, porque tendrán más estabilidad a la hora de dedicar una parte importante de su tiempo a la tan necesaria ciencia básica; la industria, porque podrá responder mejor a las necesidades de las personas en todas las circunstancias relacionadas con la salud, no solo cuando llega el momento más crítico de la enfermedad; y sin duda las personas, porque lograremos una calidad de vida mucho mejor si disponemos de mejores opciones en la fase de prevención y diagnóstico.

Sirva este texto como introducción al Territorio sobre Biosalud en el que estamos trabajando en el marco del proyecto Knode con el objetivo de construir un ecosistema de innovación que facilite el conocimiento entre los ámbitos científico, industrial y social, de cara a mejorar la situación que acabamos de descubrir. Para ello os animamos a leer el documento completo Cómo las ciencias Bio están liderando los mayores avances en Salud y a participar en esta encuesta que nos ayudará a lograr una mejor visión sobre el tema gracias a vuestra participación. Más adelante compartiremos también por aquí todo el contenido que vayamos generando en este ámbito de la biosalud, con entrevistas a científicos y a empresas, además de las conclusiones del Think Tank que hemos realizado como punto de encuentro de los diferentes agentes del sector.

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