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Planeta azul

Publicado el 01 julio, 2022

Es llamativo que siendo los ecosistemas marinos los que ocupan la mayor parte del planeta, nos hayamos preocupado mucho menos por su conservación que de los ecosistemas terrestres, aunque claramente se debe a que el ser humano utiliza principalmente la zona continental para desarrollarse. Sin embargo el mar y los océanos han jugado a lo largo de la historia un papel muy importante para el desarrollo de la humanidad y lo van a jugar aún más en el futuro, ya que junto con la atmósfera ejercen una influencia enorme sobre el clima y esto es algo que nos va a afectar muchísimo en el futuro.

Dicho esto, de lo que hoy vamos a hablar en este artículo es de la economía azul, lo cual está muy relacionado con la idea inicial que hemos transmitido, al respecto de la importancia que debe tomar en el futuro la gestión de los océanos, no solo desde el punto de vista de la sostenibilidad sino también desde el punto de vista económico. Porque, sin duda la manera de conservar los ecosistemas marinos no puede pasar por prohibir la pesca, el transporte y el ocio en el mar, sino por encontrar un equilibrio que nos permita seguir aprovechando sus recursos sin esquilmarlos y esto perfectamente se puede hacer si para ello nos organizamos desde con un punto de vista económico.

De esta forma, la economía azul es aquella que contempla a los mares y a los océanos como motores de crecimiento de la humanidad, además de un espacio de innovación para un desarrollo económico sostenible y rentable. Así los mares y los océanos nos ofrecen recursos muy diversos, sobre todo en lo primero en lo que solemos pensar es en la pesca y en el transporte, pero también va a ser muy importante en el futuro la generación de energía mareomotriz y la eólica offshore, del mismo modo que también se pueden ver beneficiadas otras actividades como la de la medicina y la alimentación. A este respecto, considerando que se conoce un porcentaje muy bajo de las propiedades científicas de los organismos que pueblan el océano, quizás el futuro de la medicina y la alimentación, puede estar en el océano y sus propiedades aún por descubrir.

Lo que ocurre en este caso con la economía azul es que al mismo tiempo que estamos hablando del aprovechamiento de los recursos, también tenemos que considerar el impacto que esta actividad va a tener sobre los ecosistemas y sobre todo debemos incluir también las acciones necesarias para revertir el deterioro que ya se ha producido. Porque lo primero que hay que saber aquí es que si los mares y océanos se han convertido en el basurero de la humanidad, no podemos esperar seguir extrayendo riqueza de estos espacios sin trabajar antes en su restauración y entonces llegaríamos a la situación en la que más que hablar de cómo aprovechar los recursos del mar tendríamos que empezar a pensar en cómo protegernos de un ambiente que está tan contaminado y resulta tan peligroso para la humanidad.

Así que lo que tenemos que empezar a pensar cuando hablamos de economía azul es la gran complejidad que tienen estos sistemas, el enorme impacto que ejercen sobre otros elementos en el planeta, como es el clima y correspondientemente la necesidad de trabajar desde el principio en las consecuencias que tiene nuestra actividad a nivel de sostenibilidad del ecosistema, porque de otro modo todo trabajo que vayamos a realizar será en vano. Un ejemplo de ello lo encontramos en la salmonicultura, como la que se realiza en Chile, que se ha convertido en una de las principales industrias del país y lo ha convertido en protagonista de esta actividad al producir más del 25% de los salmones que se consumen a nivel mundial.

Lo que tenemos que tener en cuenta, por ejemplo en este caso, son las enormes connotaciones que tiene una actividad concreta que se realiza en el mar, debido a los negocios que sobre ella se construyen, a todas las personas que se dedican a esa actividad, la economía que esto genera y el impacto que esto conlleva en el entorno, porque por ejemplo en el caso de los salmones de Chile se han vivido episodios muy complicados, debido a plagas que han afectado enormemente a los peces, contaminación del lugar en el que se realiza esta actividad y derivado de todo esto una crisis económica importante en la zona correspondiente del país en el que se concentra este sector.

Por lo tanto, si queremos que en parte nuestra evolución como especie pase por los océanos, la palabra clave que debemos considerar es equilibrio y en el caso de la economía azul se ve bien claro, porque dentro de un mismo sector se están considerando muchas actividades que tienen un beneficio económico, pero a la vez aquellas que ayudan a restaurar el equilibrio perdido en estos ecosistemas. De ahí que también debemos pensar con los mismos criterios que promueve la economía circular, al respecto de la búsqueda de ese equilibrio, que solo nos ha empezado a preocupar cuando hemos sido conscientes del tremendo impacto negativo que hemos venido realizando sobre el planeta en las últimas décadas.

Tecnología al servicio de la economía azul

Habría estado genial ver el uso que hacía el gran defensor de los mares Jacques Cousteau de tecnologías como Internet, la Inteligencia Artificial o los satélites, entre otras muchas, ya que una parte muy importante de su trabajo para promover el conocimiento y respecto a la vida marina la hizo usando tecnología digital, pero seguro que ahora su impacto habría sido muchísimo mayor de haber contado con todos los recursos técnicos disponibles en la actualidad.

Por lo tanto, del mismo modo que la tecnología es un vector clave para el desarrollo de las iniciativas relacionadas con la sostenibilidad, algo de lo que hablamos profusamente en el Observatorio ODS TECH, sin duda resulta fundamental que aquellos que nos dedicamos al desarrollo o divulgación de la tecnología, pensemos también de qué forma poner estos recursos a disposición de esta nueva tendencia que es la economía azul, donde muchas de las innovaciones que podamos realizar no tendrán solo un impacto específico en los ecosistemas marinos sino también en el resto del planeta y la sociedad.

Emprender en el sector de la economía azul

Y del mismo modo que la tecnología es una gran herramienta al servicio del desarrollo de la economía azul, la acción emprendedora también debe ser una gran palanca que acelere el desarrollo de nuevos modelos de negocio basados en los océanos y con la premisa de ser sostenibles desde sus inicios. Aunque también es importante que no sean solo las startups las que innoven a la hora de promover nuevos productos o servicios, porque las corporaciones e instituciones públicas también pueden jugar un papel relevante al respecto.

Ejemplo de ello, tanto del papel que pueden jugar las startups como del necesario apoyo que debe venir por parte de las empresas e instituciones, es la iniciativa Incubazul que se presenta como la incubadora de alta tecnología especializada en economía azul, un proyecto financiado por la Unión Europea a través del FEDER y su programa operativo plurirregional 2014-2020, mediante la Fundación Incyde y promovido y desarrollado por la Zona Franca de Cádiz.

Incubazul tiene la vocación de generar, desarrollar y potenciar las ideas que contribuyan a la sostenibilidad de un recurso tan necesario como es el marino, nutriéndose de todo lo que aporta a la sociedad actual desde un enfoque de Economía Circular y compromiso con el medio ambiente. Para ello ayuda a las startups a desarrollar su proyecto de empresa en un entorno de trabajo colaborativo, con la colaboración de Telefónica OPEN FUTURE que es la encargada de dirigir, desarrollar y dinamizar el programa de aceleración de los proyectos seleccionados.

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Aprendemos más sobre geoingeniería con Emilio Rey

Publicado el 01 marzo, 2019

Hace poco que lanzamos en Futurizable un artículo sobre geoingeniería y. como hemos visto que es un tema que os ha parecido interesante, hemos decidido profundizar sobre ello publicando la siguiente entrevista a Emilio Rey experto en meteorología y CEO de la startup Digitalmeteo.

¿Cómo descubriste la Geoingeniería?

Con seguridad fue cuando empecé a frecuentar foros de meteorología—sobre todo el de Meteored—y a leer informaciones y opiniones de otros aficionados y profesionales del sector en otras listas de distribución. Sería alrededor de 1995  y todavía me conectaba a esas fuentes de información por módem… Por supuesto, no lo llamábamos geoingeniería o ingeniería climática, sino que hablábamos de experimentos de control climático, especialmente asociados a la dispersión de tormentas severas locales mediante el uso de avionetas y cohetes y a la diseminación de núcleos de condensación en forma de yoduro de plata, lo que se conoce como siembra de nubes. Unos años más tarde, en el año 2000, me instalé una línea ADSL en casa y pude acceder a mucha más información. Así fue como pude informarme sobre las aberrantes iniciativas rusas y americanas del final de la Segunda Guerra Mundial (el Proyecto Popeye o el Proyecto Stormfury, por ejemplo) y conocer personas muy interesadas en el tema, incluso del INM (antigua AEMET). En el año 2003 fundamos los primeros ‘komandos kazatormentas’ en España, en la página tiemposevero.es y profundizamos un poco más en los aspectos de la posible modificación de la meteorología y climatología, pero a pequeña escala.

¿Consideras que la geoingeniería va a ser un tema relevante en el futuro?

Por supuesto, pero me temo que aún no a gran escala social, sino más bien para ciertos gobiernos/ejércitos, grandes corporaciones y algunas universidades. No irá más allá, en mi opinión, pues realmente aún no entendemos a ciencia cierta los mecanismos del clima planetario a gran escala. Sin poder modelizar de forma correcta el comportamiento climático de la Tierra poco podremos influir en él a nivel global.

Seguirán realizándose estudios y experimentos que solo van a estar al alcance de este tipo de organismos y, mucho me temo, para gobiernos y grandes empresas que estarán movidos por fuertes intereses geopolíticos y económicos. Solo podremos avanzar en el ámbito universitario y científico, así como en pequeñas empresas con un fuerte componente de innovación, responsabilidad social y uso de nuevas herramientas —Inteligencia Artificial, sobre todo—, que hagan de punta de lanza y unan ambos mundos, el del emprendimiento y el de la divulgación y el estudio científico.

¿Nos puedes hablar de alguna iniciativa de geoingeniería que pienses que tiene sentido?

Hay varias que tienen posibilidades de ayudar a nuestro planeta a no seguir aumentando su temperatura y las concentraciones de gases nocivos, como las que ya se mencionaban en el informe de Futurizable sobre el uso de la IA para comprender mejor nuestro sistema climático, pero ninguna a mi juicio tendrá efecto a nivel global. La influencia humana a escala planetaria no es algo que esté a nuestro alcance, salvo si todos nos ponemos de acuerdo. La prueba está en que para haber llegado al momento actual, es decir, que hayan crecido globalmente los índices de CO2, la contaminación de nuestras ciudades y que la situación de nuestros ríos y océanos sea cada vez más insostenible, nos hemos tenido que poner de acuerdo todos y en todas partes del mundo para usar nuestros coches y fábricas a la vez, a emitir contaminantes y a usar plásticos y otros residuos sin ningún control. Solo de esa forma hemos podido influir globalmente, desgraciadamente de forma negativa, en el clima terrestre. Revertir la situación, si es posible, pasa por acciones de ese mismo calibre, globales, en donde todos y cada uno de los ciudadanos del planeta tomemos conciencia y responsabilidad y, de forma orgánica, sanar nuestro planeta. Y en el punto de la historia en el que estamos, esto es una utopía, me temo.

No obstante, me gustaría mencionar iniciativas como el Climate Model Alliance (CliMA), una coalición de ingenieros, científicos y matemáticos pertenecientes a organismos tan prestigiosos como el MIT, Caltech o el JPL, que están construyendo el primer modelo climático a nivel global que aprende de forma automática de diversas fuentes de datos y que será capaz de elaborar pronósticos climáticos mucho más certeros que los actuales, reduciendo la incertidumbre asociada a dichas predicciones. Habrá que estar muy atento a ellos.

¿Cuáles son los riesgos que observas en las propuestas actuales de geoingeniería?

Múltiples, el principal es el de la pérdida de tiempo y recursos en proyectos poco o nada realistas. La pérdida de foco o el uso político y/o militar de muchas de las propuestas también es un riesgo importante. De hecho en los inicios de la geoingeniería esos eran los objetivos perseguidos, a veces, como en el caso de la Rusia de la posguerra, mediante el uso de bombas atómicas para desviar cursos de ríos o de bombas de hidrógeno para derretir el Ártico… Tales aberraciones, por suerte, nunca se llevaron a cabo, pero muchas de las ideas eran realmente peligrosas. Ahora la geoingeniería tiende a usarse más como herramienta que nos ayude a revertir los efectos del calentamiento de nuestro planeta, y no tanto como herramienta de guerra climática o para la mejora de las prestaciones agrarias de una zona determinada, pero aún así no sabemos muy bien qué efectos secundarios podríamos estar provocando. Así pues, cuidado con ciertos experimentos.

¿Qué otras soluciones tenemos para luchar contra el cambio climático y la contaminación más allá de la geoingeniería?

El desarrollo del conocimiento y la divulgación, sin lugar a dudas. Aún queda mucho camino para entender cómo la humanidad está impactando en sistema climático terrestre. Cuán indefensa está nuestra Casa Tierra o el poder de regeneración y automodulación que posee ante cambios externos. Las emisiones de CO2 van en aumento, es un hecho cierto, pero algunos geólogos, como el catedrático emérito de estratigrafía Luis Pomar y algunos climatólogos, como Antón Uriarte, declaran inocente al CO2, incluso creen que esto sería beneficioso. De hecho la cobertura de vegetación es cada vez más extensa debido a este CO2. Este tira y afloja seguirá produciéndose durante muchos años más, en una escala que excede una vida humana, una generación. Mientras tanto el uso de la tecnología, de los nuevos computadores cuánticos y las técnicas de aprendizaje automático sobre ingentes cantidades de datos nos harán dar un gran salto cuantitativo y cualitativo en nuestro conocimiento del sistema climático.

¿Se puede controlar el clima del planeta Tierra sin generar una catástrofe?

Pues no lo sé, y en mi opinión nadie lo puede saber con seguridad. Actualmente ni siquiera sabemos si podremos controlar algún día el clima del planeta. Impactar de forma global será complicado a no ser que se emprendan acciones de gran escala, y antes de ser aplicadas habrá que tener en cuenta todos los factores y los posibles efectos secundarios. El riesgo es alto, ya que muchas de estas medidas podrían estar minimizando o enmascarando determinados problemas medioambientales. Quizá la propia Tierra sepa autorregularse y con estas iniciativas lo único que consigamos es romper ese mecanismo global de autocontrol climático.

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